domingo, 22 de agosto de 2010

Por fin de vuelta

Siempre se ha dicho que lo bueno dura poco, y así es, pero en esta ocasión el retorno era deseado. Durante mis breves vacaciones he descansado, disfrutado, leído, comido, viajado y reído. Pero, sobre todo, he hecho cientos de fotos. 

Como supongo que le pasará a la gran mayoría de la gente cuando se acerca por primera vez al mundo de la fotografía, casi todas mis fotos han acabado en el cubo de la basura virtual. Sólo se han salvado de la quema unas 20 de ellas. Es frustrante... Está claro que una buena cámara no puede hacer milagros en manos de un fotógrafo novato y un poco torpe. 

Así es que, ya que vengo con fuerzas y con muchas ganas, he decidido apuntarme a unos cuantos cursos. El primero de mi lista, sin duda, será el de la famosa Jackie Rueda. En el mundo blogístico es toda una eminencia, y no me extraña, sólo hay que echar un breve vistazo a su blog para entenderlo.

Foto: Jackie Rueda
Cuando me compré mi cámara, Canon me regaló un curso intensivo de 4 horas. Estuvo bastante bien, aunque todo demasiado comprimido, claro está. El caso es que de allí salí con un  DVD, un montón de notas y una frase grabada en mi cabeza: "Siempre manual, nunca automático; eso es de novatos y poco profesionales. ¡Caca!". 

Y así me fui yo de vacaciones, con el modo Manual y un montón de dudas. Tengo que decir que ya controlo bastante bien lo del diafragma, la velocidad de retroceso, el balance de blancos, etc. En las fotos de día. Pero todo esto no me sirvió de nada cuando tuve que hacer fotos en un restaurante de noche. Todas me salían naranjas y borrosas, no entendía nada, ni ISO, ni blancos, ni leches. Estaba perdida y no recordaba que nadie me hubiera explicado nada al respecto. Hundida y frustrada me disponía yo a guardar mi triste cámara en su triste funda, cuando de pronto, la esposa de mi primo C., bastante más juiciosa que yo, giró la ruletita hasta la opción "Automático". 

¡Nooooo!!!! Se me descompuso el cuerpo y mis ojos espantados se abrieron hasta el infinito y más allá. ¿Cómo se atrevía a usar aquella función? ¿Acaso estaba loca? Y en público! Qué barbaridad! "Las fotos hechas en automático son absolutamente impersonales y nada diferentes a las que haría un niño de 4 años". Profesora del curso Canon.

Mi cara de horror se tornó de sorpresa cuando B. me mostró el resultado; fotos claras, nítidas, con colores lógicos y sin apenas sombras. Ups... ¿A quién hacer caso entonces?. Lo único que tengo claro es que las únicas fotos decentes de toda la cena fueron las que hice en Automático, después del sabio consejo de mi prima política. ¿Y eso no me lo podían haber dicho en el curso de Canon? Me hubiera ahorrado unos cuantos calentamientos de cabeza. 

Conclusión: mientras siga siendo novata y torpe, usaré el modo Automático en interiores oscuros y en fotos nocturnas. Lo juro.

Y para despedir mi primer post después de las vacaciones, qué mejor que una foto de los deliciosos cupcakes que hice ayer. Sí, además de reportera, también intento ser repostera. En esta ocasión, me quedaron de rechupete, mejor que nunca! ¿El truco? Usar harina de bizcocho.

¡Ay! ¡Qué ganicas tenía de volver!
Foto: Tula Malcriada

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