Resumen navideño y de vuelta.

Ya casi recuperada de una gripe que por poco me mata (39 de fiebre, urgencias hospitalarias y friegas varias), puedo relatar la crónica de mi Navidad rara. 

Más de dos semanas sumida en el más profundo desenfreno etílico no han logrado espantar a mis demonios. Pero tampoco puedo decir que hayan sido en balde. Entretenidas veladas familiares, risas con los amigos de siempre, emotivos reencuentros con los amigos de antes y primeros brindis con los amigos del futuro. Saber que hay gente que a pesar de la distancia y los estragos del tiempo aún me recuerda con cariño, me ha hecho feliz por unos días. Volver a la ciudad en la que estudié demasiados años, en la que conocí a la gente con la que me formé ideológicamente, con la que canté tantas tardes a Silvio, Serrat o Aute, con la que anduve marihuaneando más de la cuenta, con la que lloré mis primeros amores y desamores entre el humo de la Tertulia y el Harem... Gente a la que no he vuelto a ver, pero que me acompañan siempre sin saberlo ellos. 

He pasado unos días geniales en el nidito de amor de mi querida amiga A. y su guapísimo novio M. Gracias por todo, me he sentido como en casa. Y sí, una lástima lo de su hermano, guapísimo también, pero es que últimamente siempre llego tarde... jaja!!!

Y también he pasado unos días en casa de mi amiga R., sí, la de todos los post. Ella y su familia me han abierto las puertas de su hogar y también han logrado que me sintiera como en casa. Gracias por una Nochevieja inolvidable. 

Ésta ha sido una Navidad diferente, rara donde las haya, pero bonita. Creo que éstas son unas fechas terribles para las personas que no andamos muy sobradas de buen ánimo, y por eso creo que era vital hacer algo diferente y no quedarme encerrada en casa, con la misma gente de siempre, acusando las ausencias...

A mí me encanta la Navidad, desde que tengo memoria es mi época favorita del año. Me gustan las luces, la música, la gente por todos lados, los niños en las calles, el "Feliz Navidad" de la cajera del súper de todos lo días que nunca jamás te había dado ni las gracias, y el empacho de buenas intenciones de todos los años... Pero bueno, mejor una vez al año que nunca, no? No está mal dejarse llevar de vez en cuando por la ensoñación de lo posible, la esperanza de que las cosas puedan mejorar y la ilusión de que este año se cumplan nuestros deseos. La vida es soñar, desear y esperar que nuestros sueños se hagan realidad. 

Yo sueño, deseo... y espero.

Foto: Tula Malcriada