Y, ya que estaba metida en faena, y, por qué no decirlo, herida en mi orgullo, me reté a mi misma con una
receta de “Ñoquis a la Sorrentina”. Hay algo peor que cocinar un plato por primera vez y que no sepa bien, y es: cocinar un plato por primera vez habiéndolo probado ya antes y sabiendo que sabe delicioso... O sea, en ese caso no vale la excusa de “es que estos italianos cocinan cosas muy raras que sólo ellos saben entender”. Ala, y te quedas tan pancha. Pues no, yo ya los había probado en un restaurante italiano de mi barrio que los prepara de vicio, y el reto era importante. Los ingredientes no tenían nada del otro mundo: ñoquis (de bolsa, claro), mozzarella fresca, tomates cherry, ajo y albahaca fresca. Pues parece mentira que viva en el centro de Madrid, porque me pase treinta minutos de reloj pateándome todos los grandes supermercados de la zona (6) buscando la bendita albahaca fresca (mi próximo antojo de compra será una maceta de albahaca. Apuntado). Así es que, cuando me pidieron dos euros por una ramita de albahaca pelín chuchurrida en una pequeña frutería, los di besados y con lágrimas de gratitud...
Se cuecen los ñoquis y se prepara la salsa aparte. Los tomatitos se cortan por la mitad y se disponen bocabajo en la sartén y ordenaditos, sin que se pisen los unos a los otros. Cuando ya están doraditos, hay que darles la vuelta uno por uno. Sí, uno por uno, con lo pequeños que son. La paciencia no está entre mis virtudes conocidas, así es que, cuando le había dado la vuelta a los de la mitad de la sartén, me cansé y empecé a removerlos como si de un vulgar puré se tratara. Ésa fue la única licencia que me permití. Lo demás lo cumplí todo al pie de la letra. Bueno, tampoco esperé a que doraran los ajos... Tengo que decir en mi defensa que hacía mucho calor en la cocina.
El resultado fue espectacular. Cierto es que no se parecían demasiado a los que sirven en mi italiano favorito, pero los míos no tienen nada que envidiarle.
No quedó nada en el plato. Habrá satisfacción más grande en el mundo (culinario) que ver cómo tus comensales devoran obscenamente el plato que con tanto esfuerzo y cariño has preparado...
Creo que ya he dado con mi vocación. Al fin...
Aquí está la receta completa
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