miércoles, 19 de diciembre de 2012

Las casas de mi vida

Como creo que ya he encontrado al hombre de mi vida, tengo que buscarme otras filias. Y como hace mucho tiempo que no hablo de decoración, con lo que a mí me gusta, pues inauguro la sección de "Las casas de mi vida". Todas se parecerán entre sí porque yo tengo un estilo bastante definido: mucho blanco, mucho retro, mucho nórdico y mucho desconchón.

Empiezo con esta casa que he encontrado en el blog Blue Vintage y que me ha dejado espasmódica perdida. Es la casa de la estilista Emma Persson Laderberg

 
 
 
 
 
 
 
 
 

Las fotos son de Petra Bindel.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Nos quieren matar y que parezca un suicidio?

O si no, cómo se explica que las zapaterías estén llenas de estas barbaridades. Yo tengo ganas de probarme algunos y poder confirmar mis sospechas de que con eso no se puede andar.
Y además de asesinos, me parecen sumamente antiestéticos.
Pero a quién se la ha ocurrido sacar al mercado algo así???











Vistos en Zalando y Polyvore

Amo los zapatos, pero últimamente sólo veo esperpentos de zapato...Igual es que me estoy haciendo mayor y está empezando a flojear mi vena consumista...
No creo. 

sábado, 8 de diciembre de 2012

Ojiplática...

Así me he quedado cuando he visto este horror.
Vamos, que seguro que hay alguien por ahí a quien le encante, no lo dudo, pero es que a mí personalmente me parecen los zapatos más espantosos del mundo mundial. Perdón si ofendo el gusto de alguien.
Y además, cómo coño se anda con eso?
De Jeffrey Campbell, 105 £. 
Vistos en Office.co.uk

domingo, 2 de diciembre de 2012

Bye bye, Primavera Club...

Estoy que trino!
No me puedo creer que siempre me pase lo mismo. Por vaga, me he quedado sin entradas para el Primavera Club. Yo sólo quería una entrada para el sábado y ver a Los Planetas y echar unas risas viendo a Los Punsetes, pero por despistada me voy a quedar a dos velas.
Plis!!!! Hay alguien por ahí a quien le sobren dos entradas para un solo día?
Es que no hay manera de que pueda ver a Los Planetas en directo de una p... vez??????? Esto ya parece una maldición...

Mirad qué divertidos son Los Punsetes



Lo dicho, que no pierdo la esperanza de pillarlas en la reventa.
Buen domingo, chicos!

sábado, 24 de noviembre de 2012

La llamo bajita y le regalo una báscula...

No tengo tiempo para actualizar el blog, y mire que me jode. Pero es que no hay manera. Así es que como ya toca y no me puedo dedicar demasiado, actualizo aprovechando un post que le ha dedicado Anita al regalo que le hice por su cumpleaños: una báscula de campo de concentración, como la llamó ella.


Mr. Tyler y yo nos fuimos al Rastro a buscar el tesoro para ella. Ningún lugar mejor que el Rastro para acertar.

Cuando la vimos tirada en el suelo ambos nos paramos en seco, nos miramos y dijimos "esto, sin duda!". Nos pesamos los dos para ver si funcionaba y, efectivamente, va de maravilla. Así es que allá que nos fuimos el mister y yo tan felices báscula en mano. No os podéis imaginar lo que pesa la condenada, de hierro macizo! Antes de abandonar el Rastro nos tomamos una cerveza en un garito típico. Dejé la báscula en un taburete y le empujé sin querer. Se cayó al  suelo y cuando la cogí vi que había hecho un agujero en la loseta. Tula cargándose la historia madrileña... Moví con discreción el taburete hasta poner la pata justo tapando el agujero y nos fuimos de aquel sitio inmediatamente...

Cuando le dimos el regalo a Anita, lo primero que dije fue "ten cuidado de que no se te caiga al suelo o matarás a tu vecino de abajo"

Anita, disfrútala y love forever and ever.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Cumples y Ramonas!


Mr. Tyler y yo nos fuimos el sábado de fiesta de cumpleaños. El cumpleaños de mi querida Anita.
Nos invitó a un delicioso brunch en su casa (envidia de la mala su casa...). Allí estuvimos la pandilla basurilla: Juanan (alias "Unidades de millar"), Javier Van Niestelrooy (alias "Von Tisssen"), Ms. N. ("la pija del Viso"), Mr. Mus, Anita, Mr. Tyler y yo. Sólo nos faltaba Mr. A, el matemático ciclista nihilista, que anda por tierras neoyorkinas (le echamos a usted muchísimo de menos. Vuelva pronto, por favor).
Anita nos había preparado unas viandas de lo más riquísimas para acompañar las risas. Lo que más me gusta de esta pandilla es que es imposible no volver a casa con dolor de mandíbula después de haber pasado 2 horas reunidos.
Chicos, somos un gran equipo!

Y tanto que nos reímos! Juanan sacó su iPhonetengotodaslasaplicacionesdelmundomundial y nos hizo unas fotos de lo más... agoreras? 
Tula y Mr. Tyler en modo "Asesino a sueldo"
Anita Y Mr. Mus en modo "El tío la bolera"
Tula Y Mr. Tyler en modo "Pija con barba"
La pija del Viso y Van Nistelroy en modo "Borroka chungo"

Mr. Tyler, creo que usted y yo deberíamos plantearnos seriamente la adopción.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Pasta casera y entera.

Si mi madre levantara la cabeza, no daría crédito a lo vieran sus ojos. La impertinente de su hija convertida en toda una cocinera y, lo que le chocaría más aún, disfrutando de ello. Menudo soponcio se llevaría la pobre. Como buena niña de pueblo de los años 80 fui instruida en la convicción de que tenía que ser una buena ama de casa si quería encontrar un marido decente a una edad no vergonzante. Yo, que ya entonces padecía de ataques de pánico cuando me hablaban de casamientos, salía corriendo a esconderme debajo de las sillas para que mi madre no me pudiera encontrar y consiguiera hacer de mí una mujer hecha y derecha. Hubiera sido tan fácil decirme que cocinar y hacer labores domésticas era divertido y me ayudaría a ser feliz en el futuro! Yo hubiera picado inmediatamente. Pero no, me decía que no encontraría marido si no aprendía a cocinar. Así es que me pasé toda la infancia entrando a la cocina con miedo. Permanecía en ella el tiempo justo para coger un yogur de la nevera y quitarle la tapa. Estaba firmemente convencida de que cuando aprendías a freír huevos y a hacer cocidos te daban un diploma de buena ama de casa, un pin y un marido al azar. La palabra es "terror".

Pero cuando me independicé empecé a ver la utilidad de saber cocinar. Pero por qué nadie me lo había explicado antes? Cocinar también sirve para uno mismo. Y yo sin saberlo...

Los últimos años han sido un no parar de aprender y evolucionar en la cocina. Mi debilidad, y en lo que me manejo mejor, es en la repostería, sin duda alguna, pero desde que Mr. Tyler llegara a mi vida allá por abril de este año, le he ido cogiendo el gustillo a lo salado. A él le encanta cocinar y a mí me encanta perderme en la cocina con él y experimentar. Nuestro plato preferido del mundo mundial es la pasta. Pasta de cualquier modo y a cualquier hora. Hace un par de meses descubrimos una tienda italiana en Madrid, Mangitalia, y se convirtió en nuestra perdición. Tienen una pasta fresca rica rica. Mi preferida es cualquiera de trufa o boletus. Id, no os arrepéntireis. 

Pero la pasta tiene para nosotros un significado especial. Fue el primer plato que hicimos juntos, pero pasta de verdad, casera, hecha con una maquinita que le habían regalado y a la que apenas le había dado uso. Él llevaba tiempo queriendo hacer pasta de remolacha, así es que eso fue lo que hicimos. Salió deliciosa y la acompañamos con una salsa carbonara que le quedó exquisita. El making-off fue lo mejor de todo, nos echamos unas buenas risas fotografiando los tallarines colgados en un tendedero, pero es que no se nos ocurrió otro sitio donde ir tendiéndolos mientras salían los siguientes. 

Y éste fue el resultado.
Un domingo fabuloso en el que no pude evitar recordar lo que decía mi madre de que la cocina me llevaría a encontrar marido...

De domingo a domingo.
Buena tarde de domingo a todos!

martes, 30 de octubre de 2012

Y Rusia ya se fue...

Y aunque no quería que el viaje se acabara, acabó. Y la vuelta a la realidad fue acompañada de un resfriado ruso (4º en la calle vs. 35º en las casas).
Haré una pequeña crónica de nuestro viaje, el mejor de mi vida, sobre todo por la compañía.

Es conocido por todos el carácter agrio (por decirlo educadamente) de los rusos, y más conocido aún lo difícil de comunicarse con ellos. Por circunstancias de la vida (y he aquí otro secretillo de Tula) viví un tiempo en aquellas tierras y no me cuesta demasiado comunicarme con ellos en su idioma ni entenderles el carácter. Así es que yo jugaba con ventaja. A Mr. Tyler lo llevaba acojonao con lo de que los rusos tienen muy mala leche. Al final siempre es mejor ir preparado para lo peor y no llevarte el soponcio.
He de decir que hemos encontrado gente majísima en este viaje, y sé que no son la excepción.

NOTA: Si recordáis este post, dije que iría con mochila, botas, plumón y que dormiríamos en habitaciones compartidas con otra gente. Pues bien, la mochila (no de mi estilo, pero útil, lo reconozco), las botas (cómodas, sin más) y el plumón (imprescindible) calleron sin remedio, pero, ay!, de compartir habitación nada de nada!!!!! El mismo día que volábamos caímos en la cuenta de que somos una pareja joven, sana, reciente y fogosa... Si desde abril no nos hemos despegado ni un minuto con el calor que ha hecho, ¿por qué habríamos de despegarnos ahora que se avecinaba fresquito? Así es que decidimos darnos menos lujos, pero dormir solitos. Y lo cierto es que tuvimos mucha suerte con los precios de los hostales.

Primero fue Moscú. Ahí nos quedamos sólo dos días porque preferimos ver la ciudad tranquilamente a la vuelta. Nos alojamos en el hostal Bulgakov, en plena calle Arbat, todo un lujo porque es una de las calles más emblemáticas de la ciudad. Habíamos pagado por una habitación doble con baño compartido pero tuvimos la suerte de que estaba en obras y nos dieron una doble con baño privado. La suerte no nos abandona nunca.
Lo primero que hicimos al soltar la mochila fue irnos a buscar un garito para tomar cerveza. Me encanta la cerveza rusa, está deliciosa. Y lo que más me gusta es que tienen un montón de variedades sin filtrar. Aunque la que más hemos bebido ha sido la Baltika.
La primera noche nos fuimos a visitar la Plaza Roja y nos encontramos con este espectáculo. Oh, sí, la suerte...
De Moscú nos fuimos en el mítico tren Flecha Roja a San Petersburgo. Nos hacía mucha ilusión y decidimos tirar la casa por la ventana y comprar el billete más caro: compartimento privado para dos personas. Tren nocturno romántico donde los haya. Y menuda decepción. Era un compartimento igual que los que tienen cuatro camas (lo llaman Kupé) pero con dos camas solamente. La broma nos salió por 150 € cada billete. Never more again...

Llegamos a San Petersburgo y nos alojamos en el Hostal Arooms, a 5 minutos andando de la avenida Nevsky. Tuvimos la suerte de que tenían las habitaciones al 50% de descuento (25 euros por habitación y noche), así es que pagamos tres días. Habitación doble con baño compartido también. El hostal es muy coqueto y tiene una cocina bastante completa (importante para nosotros, que nos encanta cocinar y no queríamos dejar pasar la oportunidad de hacer algún plato con productos rusos). Dos recepcionistas: la chula estirada pibón de la muerte y la simpática amable pero más feucha. Un dueño: el tío más borde y engreído que me he cruzado en los últimos años. Cómico de borde, vamos. Una pena no haberle hecho una foto al individuo en cuestión.

San Petersburgo es una maravilla de ciudad. No nos cansábamos de pasear por las mismas calles una y otra vez. Es una ciudad bastante más europea que Moscú, la gente es más amable, los precios son más razonables y se ven menos muestras de poderío hortera de nuevos ricos. Así es que, pasados esos tres días, decidimos quedarnos 4 más. Y bien que lo disfrutamos.

Hermitage
Palacio de Petergof 


Piso de Dostoievsky


Y mucho más...

En esas estábamos cuando nos dimos cuenta de que teníamos que irnos. Buscaríamos un pueblo del Anillo de Oro de Moscú para empaparnos un poco de la Rusia más profunda. En Booking encontramos un hostal barato en un pueblo poco conocido, Aleksandrov, repleto de huellas del antiguo esplendor zarista y ejemplo vivo de que Rusia se cae de vieja. Quizás por eso me gusta tanto ese país. En Aleksandrov tenía un palacio de verano Iván el Terrible. Allí se puede visitar el llamado Kremlin de Aleksandrov, mucho más modesto que el moscovita pero, para mi gusto, con mucho más encanto.


Photo by Mr. Tyler
Allí paramos dos días, durante los cuales no dejó de llover ni nosotros dejamos de beber cerveza y comer borsch.

Y regresamos, con todo el dolor del alma, a Moscú. Dolor porque ya olía a vuelta, no por el hecho de ir a Moscú, a ver si me explico...

Habíamos reservado habitación en un hostal de cuyo nombre no quiero acordarme, y al llegar nos dijeron que había habido un error y que no había habitaciones libres. Un poco de mala suerte para darle emoción al viaje, leches!. Con todo el cabreo del mundo nos fuimos a un hostal que había al lado, el Shelter Hostel, donde la chica de recepción (amable y guapa donde las haya) se desvivió por ayudarnos a encontrar alojamiento. Ellos también estaban completos, al igual que todos los hostales de Moscú. No sabíamos que ese fin de semana se celebraba una conferencia importantísima internacional y que estaría todo petadísimo. Así es que la chica dedicó casi una hora a buscarnos sitios en internet y a llamar desde su teléfono a los hostales. Finalmente nos encontró un apartamento de a 100 leuros la noche. Y qué íbamos a hacer! No íbamos a dormir en la calle... Así es que nos gastamos en tres días todo lo que nos habíamos ahorrado el resto del viaje. Eso sí, el apartemento muy molón y muy cerca de New Arbat. Quedamos eternamente agradecidos a la recepcionista y juramos y perjuramos que si volvemos nos alojaremos allí.

Al día siguiente nos fuimos a visitar a Lenin y nos encontramos con que el mausoleo estaba cerrado por reformas hasta diciembre. Así es que nos fuimos a ver el Kremlin. Cuando llegamos a la taquilla vimos que te cobran hasta por respirar, así es que pasamos de dejarnos más dinero en visitas turísticas. Como aún no habíamos comprado regalichis, nos fuimos al mercado de Izmailovo, visita obligada si quieres encontrar variedad y buen precio en los souvenirs. Eso sí, hay que regatear.

Ha sido, repito, el mejor viaje de mi vida. Me ha gustado la idea de ir improvisando sobre la marcha.
Mil gracias, Mr. Tyler, por ser el mejor compañero de viaje del mundo.

Todas las fotos by Tula y Mr. Tyler