Hoy mismo he caído en la cuenta de que tengo el blog abandonadísimo! No he puesto nada desde mi cumpleaños. Y es que los días se me quedan en nada.
Y ya no es sólo el blog, es todo, son mis amigos, el cine, el descanso...
Resulta que desde que empecé las clases de flamenco me he quedado sin semana. Tengo clase los martes y jueves, pero como me gusta tanto, a veces alquilo sala los lunes o los miércoles o los sábados y sigo dándole candela al taconeo. Si a eso le sumamos que tengo que lavar ropas, ordenar casa, prepararme comida para el día siguiente y hacer la compra, pues ya me diréis... Además, todos los días intento sacar un ratito para leer porque basta con que lo deje 2 días para que después me cueste la misma vida volverme a poner.
Mis tardes, cuando vuelvo del trabajo, se quedan en 5 horas. Y ya he confesado aquí alguna vez mi gran incapacidad para rentabilizar mi tiempo libre. Todos los días, no sé cómo me lo monto, acabo acostándome 1 hora más tarde de lo que pensaba y sin haber hecho nada del otro mundo.
Pues bien, por si mi tiempo libre no estuviera ya lo suficientemente complicado, viene mi Anita de mi alma y de mi corazón y me hace el lío para que salga a correr las tardes que tenga libres.
Las tardes que tenga libres...
¿Libres?
Y yo, que sé que me va a venir genial y que será la ocasión para poder estar un poquito con mi amiga, ya le he dicho que sí. Aunque ni sueñe con que le dé cháchara mientras corremos, que yo soy de flato y asfixia fácil, jajajajaja!!!
Y ella, que me conoce perfectamente, me ha mostrado todas las tentaciones del mundo running. Tropecientas mil mariconadas de esas que a mí tanto me gustan. Que si mallas, que si auriculares, que si zapatillas de colores, que si cremitas para después de correr...
Me ha endosado un libro de motivación (Mujeres que corren) y está esperando a que le diga día y hora.
Y claro, ya que me he comprometido, no puedo decir que no. Ni puedo ni quiero, hostia, que se me va a poner el culo como un pedrusco. Y qué mejor motivación!
Pero vamos, que ya tengo preparada una buena colección de pelis y maíz para palomitas por si entre el running, los pollos a la plancha y el flamenco no se me queda un cuerpo como el de la Bar Raffaeli.
Que sí, que estoy en modo vida sana porque una ya tiene una edad y me faltan pocos años para que el cuerpo me empiece a pasar factura. Eso sí, el término "vida sana" en mi diccionario incluye mis dos cervecitas al día. ¡O eso o no juego!
Me decía el otro día Anita Patata Frita en Instagram que ella no tenía pensado correr a menos que le robaran el bolso.